¿Dónde quedó el civismo en la elección del presidente de Morena?
- El civismo se define como: el comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y contribuye así al funcionamiento correcto de la sociedad y al bienestar de los demás miembros de la comunidad.
Tomando como referencia la definición precedente, que corresponde a una materia que se cursaba en la primaria que se eliminó durante el gobierno de Vicente Fox, la materia implicaba que cada maestro, sin importar la cátedra que tuviera a su cargo, tenía implícito el deber profesional ineludible de otorgar una formación integral de sus alumnos en corresponsabilidad con los padres de familia de cada educando. Desde la entrada del maestro, el alumnado se ponía de pie y saludaba cortésmente al mismo; quién correspondía dicha cortesía y emitía la instrucción de poder tomar asiento. Para participar en clase no era a gritos, ni mucho menos con aspavientos; solo se levantaba la mano y se esperaba la autorización para ser escuchado.
Su clase era tomada con atención, se entregaban tareas, ejercicios y se tomaba nota de las tareas para la clase siguiente. Está demás comentar que el respeto exigido no solo a maestros sino a compañeros de clase y de observar normas de etiqueta; con el estricto cumplimiento del uniforme completo, el aseo personal y arreglo del cabello y del calzado; respetando a las compañeras de clase, ejemplificativamente cediéndoles la banca si llegase a faltar alguna en ese momento.
El presente preámbulo obedece esencialmente, no a evocar tiempos idos; sino para hablar de los comportamientos muchas veces vulgares, soeces, violentos y hasta delictivos; que hemos venido advirtiendo durante largas épocas en nuestro país, por parte de la clase política; precisamente nos permiten arribar sin pluralizar por supuesto, que los niveles de educación de muchos de ellos dista mucho del nivel mínimo de conciencia cívica ciudadana. Nos hemos enteramos, gracias a los medios televisivos, radiofónicos y ahora por las “redes sociales”, de la cauda infinita de violaciones, reitero, no solo de conductas poco éticas y probas, es decir que se apartan de un recto proceder; sino que incluso comportamientos que han llegado a excesos.
El caso más palpable en este momento sin duda alguna lo constituye; la batalla interna, fratricida (aquellos que se oponen a personas que deberían ser solidarias); del Partido político cuyas elecciones internas; se han venido tornando en un espectáculo grotesco; digno de mejores causas. Se ha caracterizado por la descalificación mutua del contendiente que pertenece en teoría a una misma causa; mediante la descalificación y la diatriba; que no es otra cosa que el discurso violento e injurioso de uno contra otro y desgraciadamente arrastrando en ese desprestigio; considero de manera innecesaria al árbitro INE; quién estimo; debió y debería mantenerse siempre al margen de cualquier elección interna de partidos.
Es lamentable el que nuestra juventud advierta; que ser procaz, ofensivo, irreverente y con absoluta falta de respeto; nunca jamás tiene consecuencias. En tanto sus parámetros y niveles de conculcar la ley; son signos inequívocos que influyen hoy día en conductas de nuestros jóvenes que erosionan no solo el escenario de nuestra sociedad; sino de su propia persona que ejerce dichos actos; influenciados en parte bajo las premisas precitadas.