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Ante el panorama actual se necesita elevar la moral de las intenciones y propósitos

  • Esta reflexión obedece a qué es indispensable una toma de decisiones oportuna en la administración de los recursos, en cantidad y calidad suficientes para contrarrestar los nocivos efectos de la pandemia.

    Errores de cálculo en compras, de equipamiento médico y/o de protección personal, para los recursos humanos del sector salud; es una pésima apuesta ya que a la postre se revertirá con la baja de quienes se encargan de enfrentar la enfermedad; así como de menos pacientes recuperados.

     

    La razón obvia de que existan disensos es ante la parsimonia de las respuestas de la Federación a los estados, lentas y cuantitativa y cualitativamente malas, fuera de tiempo y recursos económicos  y materiales no acordes a las necesidades de la población; lo que se ha venido considerando una violación a la soberanía de cada miembro del Pacto Fiscal Federal.

     

    No cabe  considerar, en este momento políticas públicas distintas a las que se requieren y no cabe hablar de que se politiza una enfermedad colectiva; por no querer asumir que es erróneo gastar actualmente en proyectos de inversión, que no arrojan ni la mínima aportación a la solución del problema; ni una Refinería, un aeropuerto, ni mucho menos un Tren; dan viabilidad puntual al reto mayúsculo de salud pública que enfrenta nuestra nación.

     

    Las malas decisiones políticas a nivel mundial, incluyendo nuestro país, conllevan que han intervenido conductas humanas que no son permisibles para quienes dirigen los destinos de un pueblo; tal es el caso de desconocimiento, de todas las materias en cuyo caso deberá contar con asesores de primer nivel eficientes, le estará vetado tomar decisiones viscerales derivadas de odio, rencor, amor, simpatía y por último, no puede imponer en sus actos u obras, su propia ideología; cuando esta atenta contra los intereses de los ciudadanos.

     

     

    Aquel que no conoce la historia está condenado a repetirla.

     

    Nuestros gobiernos de los tres niveles no pueden asumir que sus connacionales no son gente pensante e informada; que advierte en retrospectiva que ya tuvimos gobiernos Echeverristas y Lópezportillistas; quiénes con sus políticas estatistas y de derroches, no solo nunca “Administramos ninguna abundancia “, como llegara a afirmarlo alguno de ellos; sino que lo único que lograron es que la historia los recuerde como épocas económicas oscuras; precisamente por la nula o desatinada inversión de los recursos financieros en proyectos carentes de factibilidad que llevaron a la ruina a nuestro México.

     

    Dicho lo anterior una sociedad civil apta, madura, reflexiva y participativa; no está en estos momentos sujeta a admitir la repetición inaudita, de que impunemente se dilapide el Presupuesto de los mexicanos, con obras que per se, darán exactamente el mismo resultado de las administraciones de los sexenios aludidos.

     

    Hoy día aspiramos a que exista la sensibilidad que tiene todo estadista, que antepone a cualquier actitud ególatra; el bienestar de su país y de sus gobernados; y donde la sociedad civil, ejerza con estricto apego a nuestra Carta Magna, con aquello que le corresponde: control social, que es el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades; a fin de tratar de garantizar y salvaguardar los recursos económicos que cada día se encuentran más mermados, por la política petrolera a nivel mundial, la pandemia, pérdida de empleos y por supuesto la urgente necesidad de inyectar capital a sus respectivos entes productivos; como lo están haciendo de manera muy lógica todos los Primeros mandatarios del orbe. Sin empresas, pequeñas, medianas o grandes; nuestra economía nacional colapsará, con súbita rapidez si tomamos en consideración que los analistas financieros tienen previsto que el PIB del país para el año 2020, tenga un decrecimiento del -9.9%, o incluso menor a dicha estimación, consecuencia inmediata se desplomará la recaudación fiscal.

     

    Por tanto se requiere una asignación de recursos justa y orientada a resultados urgentes; sin menoscabo de las “ayudas económicas” a sectores vulnerables; ya que su efecto es netamente temporario y los apoyos son ineludibles a las fuentes de trabajo. Reitero de razonar en contrario; el desempleo tendrá un efecto multiplicador, que degradará la economía sin ulterior recurso.

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