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Muñecas de maíz sin cara ¿cuál es su historia?

La razón del porqué las muñecas de hoja de maíz no tienen rostro, y su trasfondo literario.

Durante la entrevista llevada a cabo el sábado 22 de febrero, en una de las preguntas, la señora Araceli García, artesana en hojas de maíz, mencionó algo característico de sus muñecas: No tienen cara. Al preguntarle la razón, respondió que todo se debió a un comprador francés. Lo que él le mencionó fue que no debía ponerles cara a las muñecas. Porque en un libro que el cliente había leído se menciona que, las muñecas sin rostro, al no tener una expresión fija, pueden llegar a reflejar los sentimientos de quién las observa o posee. Sin embargo, Araceli no pudo recordar quién fue ese autor.

Por eso, en hechos Atlixco, nos dimos a la tarea de investigar ¿quién era este autor y qué es lo que dijo sobre las muñecas?

El libro, según lo que se pudo encontrar, es de Rainer Maria Rilke (1876-1926), un poeta y novelista austríaco. Entre sus obras, la única novela que escribió fue “Los cuadernos de Malte Laurids Brigge”, y es ahí en donde menciona la idea de que, las muñecas, pese a buscar imitar la forma humana, carecen de vida y autenticidad, es por eso que se cree que no deben de tener rostro. Esto es así porque ¿quién si no el hombre es el que debe de dar vida y significado a un objeto inanimado y sin facciones?

Esta idea pertenece a una corriente de pensamiento existencialista, movimiento al que pertenece la obra. En ella, se analiza por qué somos, qué sentimos, y, sobre todo, en qué nos podemos ver reflejados. Para el autor, por lo menos, esta falta de autenticidad, solo es un reflejo de lo que es ser un ser humano en la era de la modernidad.

Entonces, cada vez que se compre una muñeca hecha en hoja de maíz elaborada por Araceli García, no solo debemos alabar el trabajo que le costó a la artesana, también, se tiene que pensar si la muñeca y su ausencia de rostro reflejan la superficialidad del ser humano que vive en la era, no solo de la modernidad, sino de la tecnología e inmediatez; o si, por el contrario, reflejan el vasto universo de emociones, pensamientos y sueños que deseemos darle. Sin embargo, justo como en el arte, no hay interpretación incorrecta, pues la última palabra, siempre será la del poseedor de una de las muñecas.